Sebastián Putz reflexiona sobre el amor, la fe y las críticas a su vida personal y profesional, hoy celebra que su hija está completamente sana
Sebastián Putz comparte sus pensamientos más íntimos sobre el amor, su fortaleza en la fe y cómo ha aprendido a lidiar con las críticas a lo largo de su carrera.
El presentador de televisión abre su corazón y confiesa cómo, al estar expuesto a las críticas, ha aprendido a manejarlas. Además, revela su experiencia en Alemania, donde llegó para sanar a su pequeña hija, quien salió victoriosa.
Sin duda, Sebastián ha enfrentado los desafíos de su vida con una actitud positiva y una profunda conexión espiritual.
– ¿Volvió a creer en el amor?
Espero nunca dejar de creer en el amor. Para mí, el amor proviene de mi Padre celestial y es una fuente inagotable. Puede que nuestro corazón tenga heridas en algunas etapas de nuestras vidas, pero siempre se puede recuperar.
-¿Lo conquistaron o conquistó?
Sinceramente, es el hombre quien toma muchas veces la iniciativa, pero creo que nos conquistamos mutuamente con las conversaciones y luego empezaron las citas. Esa es mi realidad; ella podría tener otro punto de vista.
– ¿Cómo lo conquistan?
Creo que hay aspectos que me llamaron mucho la atención de ella desde la primera cita: una actitud positiva y mucha inteligencia.
-¿Fue duro recibir críticas?
La verdad es que, por mi parte, te puedo decir que recibí críticas durante casi toda mi carrera en televisión. Cuando mi hija mayor, Valentina, vivía en México, me decían que era mal padre por no estar a su lado. Tengo la dicha de compartir con ella hoy en día, pero sigo siendo considerado un mal padre por no estar con mi hija más pequeña, Lunnet. Ahora me toca seguir trabajando para darles un mejor futuro a ambas.
-¿Cree que, por ser una figura pública, pueden opinar de su vida?
Lo bueno es que no vivo para satisfacer las necesidades de los demás o para tratar de contentarlos. Así nunca viviría en paz ni feliz. No te voy a mentir, a veces me dan ganas de mandar a algunas personas a cierto lugar y que vuelvan pringados (risas). Pero prefiero ser un ser de amor y bendecirlos, porque uno recibe lo que da. Prefiero dar amor; en última instancia, yo decido qué obsequios aceptar y cuáles simplemente dejar afuera de mi casa.
-¿Encontró a alguien a quien amar?
Creo que una de las cosas más bellas, además de dar y ayudar a los demás, es amar. Cuando hacemos las cosas con amor, fluyen con una magia distinta. Aunque es cierto que a veces toca actuar con un poco más de rigidez en situaciones que lo ameriten.
– ¿Es coqueto Sebastián?
Me gusta cuidarme, sentirme bien con el deporte y una buena alimentación. También me gusta verme bien, ya que mi imagen es importante y trabajo con ella.
Sebastián Putz es uno de los presentadores de televisión más queridos. Es papá de dos niñas, una vive en Santa Cruz y otra en Alemania
– ¿Cómo le afectan los comentarios malintencionados?
Lo que dicen habla más de ellos que de mí. Están en su derecho de opinar, aunque deberían analizar realmente las barbaridades que me escriben libremente en redes sociales, porque otra persona con baja autoestima podría verse totalmente afectada emocionalmente.
Gracias a Dios, yo ya estoy blindado. A veces me pongo un poco sarcástico al responder, pero en su mayoría, gracias a Dios, debo destacar que los comentarios son muy positivos y siempre llegan mensajes que tocan el corazón.
– ¿Retornó de Alemania para empezar una nueva vida, ya que vendió todo antes de irse. Costó vivir fuera de su hogar?
Lo más difícil para mí fue adaptarme a una cultura totalmente distinta. No es fácil cambiar hábitos de más de 30 años, aunque tengo crianza alemana. Es muy diferente vivir en Europa, especialmente en Alemania, donde la gente es un poco más fría y estructurada.
Todo es por correo (carta). No digo que esté mal, me parece fabuloso, solo es cuestión de ser flexible, como muchos bolivianos ya lo hacen en el mundo entero. Aquí estamos acostumbrados a solucionar las cosas quizás un poco más rápido y siempre en persona. El idioma también fue complicado; aunque hablo muy bien el alemán, se nota un acento extranjero, lo que a veces provocaba un trato distinto.
– ¿Dios fue su fortaleza?
Te puedo contar que dentro de las primeras semanas después de llegar a Bolivia, compartiendo una noche con mi madre, lloré como un niño porque empecé a sentir un gozo infinito en mi corazón, inexplicable, por todo lo que había vivido, lo bueno y lo que etiquetamos como malo. Al final, todo llega para enseñarnos. Dios es y siempre será mi fortaleza, lo primero en mi vida, porque me ha dado mucho.
-¿Cómo está Lunnet?
Siempre le agradezco a Dios por las oportunidades que nos da para seguir superándonos. Estoy feliz de haber tenido la capacidad económica para poder obtener la salud de Lunnet. Estoy feliz de que mi princesa esté sana desde hace ya más de un año y recibiendo en Alemania todos los beneficios por contar con el pasaporte alemán. Sin duda alguna nos extrañamos mucho, gracias a la tecnología podemos hablar seguido, jugar a las muñecas, pero sé que pronto nos vamos a volver a reencontrar.